miércoles, 18 de septiembre de 2013

México Sur.

Antes de meterme yo en una ONG, me escribí en un Microsoft Word una lista numerada de las razones de porqué quería hacer un voluntariado internacional, para en la pre y post experiencia leérmelo para ver si algo había cambiado (como un experimento digamos), en total me salieron 16 razones...las cuales acabo de volver a leer ahora y me han coincidido una buena mayoría.

Lo primero, hola a todo aquel que le apetezca leer esta brillante experiencia que voy a trataros de contar, porque si, el adjetivo que le he atribuido desde el principio es ese, brillante. Pero antes de todo mi nombre es Nico, tengo 21 años, y esta es mi primera experiencia con Madreselva, esperando que haya una segunda porque si que es verdad que el casi mes y medio que pasé allí ( 22 de junio-31 de julio) se me ha pasado rápido, pero al mismo tiempo me parecía un tiempo prudente para una primera vez así que me alegro de haberlo hecho así.
Es la primera vez que hago un viaje de este tipo, realmente tenia muchas ganas de hacerlo en algún país de América y este proyecto ya lo tenía en mente desde 2011.

"México!? y por qué no te vas a Afganistán con las tropas estadounidenses? Cuidado, que allí son de gatillo fácil!!"

Estas son frases que tuve que oír antes de ir para allá, la verdad que es muy cierto el gran poder que tienen los medios de comunicación, ya que lo único que sale en las noticias son decapitaciones y tiroteos, pero...lo que la gente no piensa es que de los 118 millones de mexicanos que habitan el país solo a un pequeño porcentaje le ocurren estos tipos de sucesos, si del 100 % de la población la tasa de homicidio se encuentra en el 20%, la gente se fija en esa pequeña cifra, no en el 80% restante...basta con ir con gente del lugar que sean de confianza y saber que estás en buenas manos. 

Yo en México he sido canadiense, gringo ,güero (blanco)...ah! y también he lavado mi ropa a mano a la "antigua usanza", cosa que no había hecho nunca, pero empecemos desde el principio.

Cuando llegamos a México DF nos alojamos en la casa de las sores (hermanas salesianas, del italiano "sorelle"), en uno de los barrios pobres de la ciudad, y por las que nos sentimos bien recibidos. Los primeros dias que pasamos allí respiré un ambiente de pobreza que nunca antes había experimentado, fue duro, nuestro barrio estaba muy destartalado, las paredes de los edificios desgastados y poco cuidados. Además otras de las cosas que más me impresionó, son los barrios de chavolas que te vas encontrando paralelos a la carretera, y en ocasiones, basta con mirar por la ventana del bus para observar montañas enteras cubiertas de comunidades chavolistas... yo, paradójicamente, puedo decir que he conocido a mexicanos ricos, pero la cuestión es ¿cómo explicar que el hombre más rico del mundo sea mexicano y que compatriotas suyos estén viviendo en la pobreza?. 
Había muchos neones, en los coches, peajes, las barras de los peajes, motos de policía, capillas, en las vírgenes de las capillas y en las que había en mitad de la calle para venerar envueltas en luces de navidad. Mucho caos de tráfico, si sabes conducir en Ciudad de México, puedes hacerlo en cualquier ciudad del mundo, pues muchos trazados de la carretera son caóticos, donde las señales de tráfico son mucho menos importantes que la improvisación y pericia del conductor.
Yo una cosa que digo es que desde que llegué a México, y supongo que a América Latina en general, es que todos los transportes son mucho mas "humanamente aprovechables"; tanto en la capital como en todo el pais, en las motos y quads se va siempre con sandalias, sin casco, con los auriculares de música, tres o cuatro en la moto, y con las bolsas de la compra en medio. En los coches de cinco plazas, si caben siete, mejor. En las pick up todos los que quepan van sin problema en el remolque y otros colgados de pie en la parte trasera, en definitiva, todo lo que aguante la máquina. 
También al meterme en las catedrales me sentí como en España al ser iguales con la misma apariencia por la influencia española, claro, y también que tan lejos de casa se siguiera hablando español, sí era algo que también quería experimentar. Por último, raro era no ver los puestos de carne y frutas ambulantes con los vasos llenos de abejas comiendose la fruta antes que el cliente.

A la pregunta cuando hablas de un voluntariado de qué se hace allí o cuales son tus actividades, la respuesta es : lo que tú puedas ofrecer.

Parece que cuanto más pobre es una comunidad o un país, más alegres, sonrientes y sencillas son sus gentes, y esto es algo que enamora.

Zitácuaro, a dos horas del Distrito Federal, es un pueblo del estado de Michoacán que venía de sufrir una ola de violencia recientemente en 2012 por la disputa del control de los territorios entre bandas, pero este año la zona ya estaba tranquila. Michoacán es uno de los focos de México donde existe mayor tráfico de drogas, esto pasa porque sus tierras son fértiles para la siembra, por lo que crecen con facilidad plantaciones de calidad y en abundancia, sobre todo de marihuana.
Nuestra primera parada como voluntarios la hicimos allí en una Casa-Hogar de niñas en Zitácuaro, éstas eran niñas de 4 a 16 años que habían tenido problemas en sus casas de vejación por parte de sus padres, alcoholismo, maltrato, abandono en la calle, riesgo de violación, algunas no conocían a sus padres, varias de las madres eran prostitutas y ni sabían su cumpleaños, son recogidas ( mejor dicho, rescatadas) por la institución del DIF que las lleva a estos hogares para que reciban una reeducación hasta alcanzar una edad y obtener las herramientas necesarias para que después puedan seguir ellas solas.
Su situación las hace madurar a temprana edad. Estuvimos alli 2 semanas, vas dispuesto a entregarte al 110 % para ellas y darles todo el cariño que puedes y ellas sin darse cuenta te dan el doble, te hacen sentir muy querido, te dan cartas, abrazos, regalos, dibujos... Nuestra actividad diaria con ellas la primera semana, que aun tenian escuela, era levantarlas (mi compañera) desayunar, asegurarse de que se asearan y llevarlas a la escuela, a 10 minutos andando, una de las cosas que me dejó atónito fue ver como se paseaban las patrullas del ejército armados en sus vehículos por las calles... despues volviamos y hasta las 12 teniamos tiempo libre hasta volver a recogerlas. Hasta la hora de comer teniamos como una hora de juegos en el patio, a las 3 los aseos, fregar cada piso, limpiar y recoger. A las 4, clase de inglés, luego taller de costura y hacer collares y pulseras con los materiales que habia para ello, estas son expuestas en una vitrina de cristal para que la gente lo compre y ayuden a subencionar el mantenimiento de la casa y darles un apoyo económico. Alguna vez vimos una pelicula y en general, los dias que llovia (era epoca de lluvias) nos quedabamos dentro con los juegos de mesa, y las tardes de buen tiempo saliamos al patio a jugar, en donde también nos ayudaron nuestros compañeros mexicanos Rubén, Gus y Grisel con quienes conectamos, nos trataron y lo pasamos muy bien. 
Todos sores, niñas y nuestros compañeros nos recibieron desde el primer dia como en nuestra casa. La segunda semana, ya en vacaciones, haciamos las mismas actividades, pero por las mañanas las llevabamos al parque a jugar e íbamos a por leche a una tienda que nos la regalaba la mujer que trabajaba alli. Algunas noches las leíamos un cuento antes de irnos a la cama. 
Nos fuimos encantadísimos de Michoacán y toda la estadía allí fue increible.

Mi padre dice que para que un lugar sea verde, su cielo ha de ser gris, o si quieres un lugar de sol, la tierra será mas seca y hostil. Chiapas es la viva combinación de los dos elementos, lugar de verde y frondosa vegetación con un cielo azul y soleado.

De vuelta al Distrito volvimos a la casa de las sores donde nos esperaba nuestro autobús para ir a Copainalá, Chiapas (último de estado mexicano colindando con Guatemala) con los nuevos compañeros donde íbamos a un campo formativo de 3 semanas. Éste era nuestro voluntariado original y oficial con Madreselva, pero dado que viajamos a México tiempo antes, nos encontraron la Casa-Hogar de Zitácuaro, lo cual agradecimos enormemente. Después de estar toda la noche viajando, llegamos a Copainalá donde hacía un calor aplastante debido a la gran humedad por el clima semitropical de la zona, Copainalá era el "pequeño San Francisco" ya que todas las calles eran cuesta arriba y cuesta abajo. Un pueblecito humilde y tranquilo rodeado de montaña y vegetación. Por Chiapas viajamos mucho, conocí Iturbide, Campeche, La Nueva, (mis campos de trabajo aparte de Copainalá), Chiapa de Corzo, donde está el gran Cañón del Sumidero, una maravilla natural que recomiendo a todo el mundo, Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas cuya ciudad me enamoró, y San Cristóbal, pueblo colonial con mucho encanto.

Nuestra primera semana la pasamos en Iturbide, una aldea que se convertiría en "nuestra base" para ir a las diferentes aldeas de los alrededores a ayudar. Esta fue para mi la semana más dura de todas y en las que más cerca estuve de experimentar como se vive en la pobreza y con pocos recursos, dormíamos en el suelo con los sacos de dormir en compañía de arañas de buen tamaño, entre 5'30-6 de la mañana ayudaba con el desayuno al fuego de leña como se hacia en los pueblos, la ducha, nada de agua caliente (eso es para ricos) y con puertas de madera que se caían a la mínima, y a lavarnos la cara y dientes en una fuente por la mañana con el cubo de agua, desde ese momento, aprecié mi cama y mi ducha caliente.
Con lo que más convivimos fue con gallinas, mulas, pavos y perros abandonados. 
Los primeros dias practicabamos las manualidades papiroflexia que los días siguientes tendríamos que hacer en nuestras comunidades.
Lo que siempre hacíamos los dos primeros días de llegar a nuestras comunidades era el "visiteo", llamar casa por casa (siempre con las hamacas en el centro del salón debidamente colocadas dónde en muchas ocasiones eran sustitutas de las sillas) e invitar a los locales de todas las edades a nuestros talleres y actividades.

Cada día era diferente al anterior, nuevas situaciones y aventuras.

Para ir a Campeche era todas las mañanas una hora de camino, y cuando llegábamos allí los niños ya nos estaban esperando con ilusión para empezar a jugar, hasta que nos metíamos a la iglesia a contarles el cuento de cada dia con su enseñanza, después hacíamos las manualidades y por ultimo daba clases de inglés a los que quisieran, era el "maestro Nico", un título que para mí se me quedaba un poco grande...un día cuando nos íbamos un buen hombre nos invitó a que pasáramos a su casa y su hijo nos sacó un plato de ensaladilla con patatas y coca cola, el hombre se sentó en su banqueta y con su buen corazón esperó a que termináramos de comer para irnos, un hecho que no olvidaré nunca. El último día de Campeche, nos despidió la alcaldesa del pueblo entre lágrimas de agradecimiento.

La segunda semana ya saliendo desde Copainalá, nuestra coordinadora Cristina, nos dió a Lucía y a mí la gran sorpresa de venir a visitarnos y a quedarse esa semana con nosotros para conocer el proyecto.
 La comunidad a la que iríamos era La Nueva, a 15 minutos en una pick up que venía a recogernos por la mañana ,eso si, los dos únicos baños que había, era una caseta sin luz, sin agua y con orugas negras por las paredes y el techo. Allí estuvimos en una iglesia muy pintoresca y de ambiente fiestero dónde en nuestros ratos libres jugábamos con los chavales al fútbol, dábamos nuestros cuentos con enseñanzas y manualidades, hacíamos juegos con música para presentarnos y conocernos mejor, y esta vez daría inglés con dos compañeras italiana y mexicana a los chicos.
Aquí también hicimos un día un bazar "mercadillo" con ropa, calzado y juguetes para los niños. Para estos hicimos una tombola, poníamos a cada juguete un número, después en papelitos el niño cogía de una bolsa uno, y el número que le tocara era el juguete que se llevaba con unas galletas y un vaso de agua de jamaica (bebida dulce de hierbas rojas típico de México que se puede tomar frío o caliente).
Una vez más el último día los del pueblo nos agradecieron de corazón haber ido allí a ayudarles aunque solo fuera por una semana.

La última semana, ya trabajando para Copainalá  fue una gran fiesta ya que hicimos todas las actividades que habíamos estado haciendo en nuestras respectivas comunidades con anterioridad, pero en el atrio de la iglesia y a lo grande, con un escenario para las canciones y con muchísima gente que acudió del pueblo, hicimos una representación de teatro muy bonita, y yo en esta ocasión fui auxiliar de taller de italiano con mis compañeras italianas Elena, Lucrezia y Chiara, la forma que teníamos dar las clases era muy amena y los chavales se divertían y aprendían rápido. Me sentí muy arropado en todo momento por los chicos de allí, que tienen una magia especial que te hacen sentir importante y que significas algo para ellos, no tiene precio que te pidan por favor hacerse una foto contigo y después te den las gracias, les das tu las gracias ellos por hacerte sentir especial...son sencillamente increíbles.

Hemos viajado muchísimo (y a veces pienso que se aprende más viajando que yendo a la universidad), he conocido lugares y personas maravillosas que me han dado una lección de lo que significan los términos de GENEROSIDAD y HUMILDAD, algo que, lamentablemente, no está tan esparcido por el mundo como debería, que te traten mejor que a ellos mismos con el único afán de que tu te sientas bien.
 Satisfecho porque siento que realmente he podido AYUDAR de FORMA CONSTRUCTIVA y EFECTIVA a los pueblos en los que estuve. Otra cosa que me llevo que vale su peso en oro es el AGRADECIMIENTO tan SINCERO de los pueblos en lo que estuve. Yo no se hasta qué punto habré sido capaz de aportarles a ellos y de si habré dejado huella en las comunidades donde trabajé, solo sé que ellos a mi, si, me han enseñado mucho, valores de la vida que en realidad son los más simples pero los más humanamente importantes y que a veces por todo lo que tenemos, olvidamos.

El sentirte parte de un equipo como VIDES ha sido bonito y muy importante para mi.

Agradecerles a Madreselva todo el apoyo que me han brindado en el proyecto, me han hecho sentirme Madreselva y estoy muy a gusto con ellos. A Sor Anabel, que fue la que hizo posible que fuéramos a Zitácuaro y que nos acompañó en Chiapas, por su paciencia, positivismo y por aceptarme tal como soy, (PD : por no picarme ningún alacrán y avispas rojas de Copainalá, ni las arañas de Iturbide), y por último a México, que nos arropó del primer día al último, porque es un gran país, hermoso y de mucha riqueza, me ha dado una gran lección, gracias.


Nico, voluntario de Madreselva.