martes, 21 de septiembre de 2010

Cuba, un país con dos sonrisas

Dice la canción de Peces de Ciudad, que en Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz, no deberías tratar de volver....y no seré yo quien niegue a Sabina, pero hasta los grandes genios se equivocan.

Yo no he estado nunca en Comala. ..he estado en Paraguay, en Perú, y este tercer año en Cuba, y mi mente vuelve a estos lugares cuando menos lo espero, en mi rutina diaria, y allí, os puedo asegurar que he sido Feliz.

Todo el mundo asocia Cuba a turismo; a playas preciosas, paseos por el Malecom de La Habana, sol, descanso y excursiones a lugares maravillosos, y si, es cierto que hay todo esto, pero nadie nombra lo mas importante, pueblos como Peñalver, Villa María, La Yuca o la Planta Asfalto, donde viven esos pequeños cubanos, esos “locos bajitos” con los que hemos trabajado este año, y que han hecho de mi voluntariado un mes inolvidable. Han hecho con sus acciones que sacará dos tipos de sonrisa en Cuba.

La sonrisa alegre, esa que he mostrado en innumerables ocasiones en el “verano educativo” al oír sus expresiones llenas de sentimiento cuando decían cosas como: pero tu que es lo que tienes mijito???? o ese tremendo elegante esta el dibujo!!!! o que pepilla (guapa) estas hoy Maica... y sonríes y ríes con ellos y piensas en lo felices que son, en las ganas de hablar que tienen siempre, y te preguntan todo, y tu les enseñan una canción y ellos te enseñan dos. Y cualquier taller les viene bien, y siempre quieren mas y tu imaginación ya no da... (por eso es muy bueno llevarte una compañera de viaje con ideas y mas ideas, Gracias Belén!!!)

Y luego está la otra....la sonrisa triste. Esa que pones al no poder evitar pensar que una cosa es jugar de local y otra muy distinta, ser visitante. Sonríes con la esperanza de que llegará un día que no haya fronteras, ni pasaportes, ni visados o cartas de invitación, que no seamos ciudadanos de aquí, o de allí, de este continente o del otro....que todos seamos ciudadanos del mundo y tenemos libertad para elegir donde vamos.

No quiero olvidarme de recordar desde aquí, a todas las personas que han estado pendientes de nosotras, especialmente a nuestra Mami Cubana que nos ha cuidado este mes y que nos enseñó la primera lección de tantas que hemos aprendido en este generoso país, “Ahorro, mijas, ahorro”.

Gracias a toda la gente que he conocido en Cuba, a todas las personas que han hecho que en este mes de Agosto de 2010, haya mostrado alguna de mis dos sonrisas, por su generosidad, sus atenciones, sus conversaciones, sus detalles.... y gracias a todos los voluntarios que habéis invertido vuestras vacaciones en hacer felices a los demás, especialmente Mirian Piqueras, voluntaria y amiga, que ha tenido la inmensa generosidad de ir un año de voluntariado a Chiure (Mozambique).

Maica Domínguez

El valor de un abrazo

Este verano estuve en Angola. Esta ha sido la primera experiencia de voluntariado que Madreselva ha realizado en Angola y también la primera vez, que tanto mi compañera de voluntariado Sandra como yo, hemos viajado a África y hemos tenido nuestro primer contacto con la realidad de este continente

Durante este tiempo estuvimos en la comunidad que las FMA tienen en el Centro de Estudios María Auxiliadora (CEMA) en la ciudad de Luena, próxima a la frontera con Zambia. La comunidad la forman 3 hermanas, Sirlei, Anna y Natalia y entre las 3 atienden y gestionan una escuela con enseñanza primaria, secundaria y alfabetización para adultos, además de una escuela de formación de profesorado. Con el trabajo que eso da, aún sacan tiempo para participar en la pastoral local, la organización de catequesis, oratorio, actividades de tiempo libre, colaborar en actividades de la parroquia, del obispado o de las comunidades locales y además para atendernos a nosotros, los voluntarios.

Con la perspectiva de toda esa actividad se hace difícil explicar en unas líneas, o resumir en unas palabras, lo que por encima de todo para mí ha sido una experiencia del corazón y una experiencia de acogida y de encuentro. Encuentro con la comunidad con la que hemos compartido este tiempo, incluyendo voluntarios de otros países, también con la comunidad salesiana de Luena y con la realidad de las parroquias y comunidades cristianas que allí viven su fe y, por supuesto, con los niños, esos que, entre los que menos tienen, casi siempre son los más indefensos y los más débiles.

Toda la experiencia de este mes ha sido intensa en su sencillez. Ningún día ha sido igual al siguiente, especialmente en las pequeñas cosas, en los detalles. Una sonrisa, un llanto que uno puede consolar, ir por una de esas calles polvorientas y que un niño te llame por tu nombre, un momento de oración con la comunidad, un juego en el oratorio, gente que conoces o con la que compartes un momento sabiendo que, aunque no haya posibilidad de profundizar en una amistad, hay algo que nos une que es nuestra fe común o el amor a los demás, estas son las cosas que han hecho de cada día un día especial. Todas ellas son, además, las que se van guardando en el corazón, y las que después alimentan, sostienen y enriquecen nuestras personas. También son las más difíciles de explicar cuando se vuelve a la rutina diaria en Madrid. Cuando vuelves la gente, generalmente, te pregunta por lo que has hecho, lo que has “producido”, cuando lo verdaderamente importante son esos detalles para el corazón, y lo que cuenta es lo que has vivido y lo que has “sido” en el encuentro con los otros y el valor de pequeños detalles como un abrazo. Además, pensando en lo vivido, te das cuenta de que en un mes poco se puede hacer , de que en una maleta no caben las cosas importantes, y de que la única cosa que puedes llevar para compartir y poner a disposición de los demás, a Angola o donde quiera que vayas, es a ti mismo, con todas tus limitaciones, con tu mentalidad occidental, con tus ideas preconcebidas que luego los niños descolocan en un instante, pero eso es lo único que tenemos para dar, aunque sea verdaderamente poco.

Durante estos días tambien he tenido oportunidad de conocer parte del inmenso trabajo que las hermanas y la Iglesia realizan en Luena y en toda la provincia de Moxico: sus dificultades, sus necesidades, los retos, lo que aún está por hacer, pero, al mismo tiempo, también tuve ocasión de experimentar la cercanía de Dios, de un Dios que se muestra en los rostros de los niños, de un Dios que se muestra cercano en sus favoritos, los que nada tienen, y que se hace presente en la vitalidad y sencillez de las comunidades cristianas que van surgiendo, y por supuesto en la increíble tarea de los misioneros, evangelizadores y educadores cristianos.

En medio de todos estos días no quiero olvidar uno muy especial que fue el de la visita de Madre Yvonne (superiora de las salesianas) y la oportunidad de compartir unas horas muy intensas con ella. Fue un estupendo e inesperado regalo. Hasta que llegamos a Angola no supimos que la Madre venía devisita en Agosto y su presencia aumentó aún más el valor de esta experiencia. Creo que ella fué un aliento para la comunidad y para la tarea tan intensa y difícil que lleva a cabo en Luena. Fue también muy bonito que los voluntarios tuviéramos la oportunidad de participar en la preparación de su visita, de estar cerca de ella, y de percibir su interés personal por cada uno de nosotros y nuestra tarea como voluntarios y creo que eso también enriqueció su paso por Luena.

Y después de todo lo dicho, y cuando la experiencia ya comenzó a dejar poso por dentro, solo queda una palabra, como pegada a los labios, que siempre es GRACIAS. Así, con mayúsculas y desde el corazón. Gracias a los niños, siempre los niños, por lo que me enseñaron y me dieron. Gracias a las hermanas y a mis compañeros de voluntariado por todo lo compartido, en las celebraciones, en la oración y en la alegría del día a día. Gracias a los misioneros, sacerdotes, seglares o consagrados, por su labor y por haberme dejado estar cerca de ella. Gracias a Dios por haberme permitido tener esta experiencia, por que si los más humildes son los favoritos del Señor, haber podido estar con ellos a lo mejor ha sido para estar más cerca de Él.

Rafa Muñoz

lunes, 20 de septiembre de 2010

Mi experiencia: Barahona, R. Dominicana

Este es el segundo año que salgo de campo de trabajo y cada año es diferente, especial y nuevo.

Barahona, ese fue mi destino este año, una ciudad al sur de República Dominicana.

Una ciudad muy pobre pero con las mejores playas de la isla, todo un paraíso natural.

El primer recuerdo que tengo de Barahona son su casas de madera y latón, sus calles (la mayoría) de piedra y arena, los niños descalzos, la gente sentada a la puerta de sus casas y la música muy alta. Una imagen que impresiona.

Pero el día a día te va metiendo en la vida de Barahona con sus gentes, con una sonrisa siempre, una invitación a sus casas, un abrazo de los niños.

Nuestro trabajo, el mío y el de mis tres compañeros, Luis, María y Miguel fue trabajar en el colegio de las hermanas salesianas en el barrio Enriquillo, donde trabajamos en un taller de alfabetización de madres, apoyo escolar a jóvenes y trabajo con niños con dificultades de aprendizaje.

Además de echar una mano donde se nos necesitaba, ayudando a Sor Ángela con los apadrinamientos, ir a buscar al pueblo cualquier coas que hacía falta, ayudar en la pulga( mercadillo) y de todo un poco.

No podemos olvidar nuestra visita a Haití, un país que sigue desolado por el terremoto, escombros, polvo, tiendas que campaña sigue siendo el panorama de Haití. ¡Queda tanto por hacer!

Agradecer a las hermanas Salesianas lo bien que nos trataron, nos sentíamos como en casa. Gracias Sor Eli, Sor Ángela, Sor Araceli y Sor Kirce. Gracias a mis compañeros- amigos con los que he compartido esta experiencia, gracias a vosotros también ha sido una experiencia muy especial. Gracias a toda la gente, niños de Barahona que compartieron esta experiencia con nosotros, nunca os olvidaremos porque ocupáis un lugar en nuestro corazón.

Gracias por hacernos ver el mundo con otros ojos.

Vanesa Galán

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Recorrido por Mozambique

La responsable de voluntarios de Madreselva ha viajado por los distintos campos de trabajo que ofrece la ONGD en Mozambique, allí ha compartido con los voluntarios/as la labor tan bonita que están desarrollando y descubriendo otras posibles necesidades para futuros voluntarios/as.
Además acompaño a Cristina Araque Responsable de proyectos de África visitando los proyectos que tiene Madreselva por Mozambique y participó de la inauguración de tercera fase de la escuela primaria de Chiure.


En este año tenemos o vamos a tener los siguientes voluntarios/as en este país:

Inharrime: Tenemos a Idurre. Ella va estar un año en proyecto con mujeres.

Su idea es orientar, asesorar y enseñar, ayudar y colaborar con

un grupo de mujeres para que puedan llegar a cabo un proyecto laboral. Javi, Samuel y Lourdes han estado este verano con ella para ayudarle en esa labor.

Tete: Han estado Miguel Ángel y David.

Han trabajado con los niños/as del barrio, han ayudado con las instalaciones (sobre todo deportivas), su voluntariado fue compartido con Blanca y Susana de la ONGD Vides.

Chiure: Aquí estará Miriam por un año trabajando en un proyecto educativo de la comunidad. Trabajo que compartirá con tres voluntarias que están cerca de tres meses. Lucia, Alejandra e Inma que comenzarán a llegar a mediados de septiembre, principios de octubre.